Kilómetros, kilómetros y más kilómetros. Eso es lo que hacen, o al menos eso es lo que creemos que hacen los ciclistas profesionales durante, prácticamente, todo el año. Sin embargo, en los últimos años la cosa ha cambiado mucho en este sentido. Y cada vez resulta más clara la idea de que más kilómetros no se traducen siempre en mejores resultados.
Hace 10-15 años los profesionales
acababan los años con muchos más kilómetros que ahora y corredores cómo
Eduardo Chozas afirman que acababan las temporadas con 40.000
kilómetros, cuando ahora algunos terminan la temporada con apenas
25.000. Aún más exagerado era lo que sucedía en toda la escuela
rusa-soviética. Corredores del este como Ugrumov o Tonkov eran
autenticas máquinas y robots encima de la bici, lo que les hacía
terminar temporadas con 45.000.
Actualmente, los análisis de rendimiento y
las medidas fisiológicas son tan exactas y precisas que cada vez queda
más claro la importancia de llegar “fresco” a las citas importantes. De
aquí la vital importancia de preparar bien una temporada. Corredores y
directores se reúnen a principios de año para determinar calendario y
competiciones. Las decisiones tomadas en estas reuniones serán claves
para el futuro del equipo durante toda la temporada. Las cosas cambian y
el ciclismo también cambia. De este modo, los periodos de base y
acondicionamiento a principios de años siguen siendo vitales para la
temporada pero se reducen en volumen y horas de trabajo. Claro ejemplo
de ello son los “training camp” de los equipos. Actualmente algunos
equipos y corredores llegan a ellos con apenas 1.000 kilómetros en las
piernas, cuando antes se llegaba con 5.000-6.000 tranquilamente. Otro
aspecto importante que ha sufrido cambios en los últimos años son los
picos de forma de los corredores, que indirectamente también se podrían
traducir en días de competición.
Hoy en día, salvo en casos extraños se
acostumbran a programar dos picos de forma claros para todos los
corredores, si bien durante el año por diferentes motivos y
restauraciones de los equipos la cosa acostumbra a sufrir variaciones,
especialmente en caso de lesión de algún corredor importante. Los
ciclistas empiezan a competir unas dos semanas antes del pico de forma y
terminan alargando el periodo competitivo unas dos semanas más después
de llegar al máximo de su forma. La cosa se puede alargar un poco más en
caso de tener en las piernas ya una gran vuelta de tres semanas.
Otro aspecto vital que ha sufrido
variaciones con el paso del tiempo es el tema del descanso y
recuperación. Antes los corredores corrían de febrero a octubre y
terminaban las temporadas con 120 días de competición. Actualmente
muchos corredores paran completamente una semana o 10 días después de
terminar su primer pico de forma. Claro ejemplo lo podemos ver en Joe
Dombrowski (Cannondale) quien tras realizar el Giro de Italia a gran
nivel (tres barras azules de mayo) descansó una semana saliendo a rodar
suave únicamente tres días para luego afrontar el Tour de Suiza
aprovechando la forma del Giro. Tras esta competición realizo un
descanso completo de 10 días para afrontar la segunda parte de la
temporada. Algo muy similar es lo que sucede con los corredores que
hacen las clásicas de primavera y luego quieren coger un segundo pico de
forma para el Tour o para la Vuelta y el Mundial.
Evidentemente todo esto son “teorías”
puesto que corredores como Valverde o Sagan están en forma prácticamente
durante todo el año. Pero vamos a dejar el análisis de estos superclase
para otro día. Otro tema importante son los famosos “mesociclos” que
también están sufriendo importantes variaciones en los últimos años. Los
periodos de carga acostumbran a ser de dos semanas por una de descarga,
mientras que hace unos años eran tres de carga por uno de descarga. Año
tras año se afianza más la idea de menos volumen y más calidad. Claro
ejemplo de ello es la también conocida y famosa “planificación inversa”
del equipo Sky.
Otro aspecto que también hemos conocido especialmente de la mano del equipo británico son las “marginal gains”
o “ganancias marginales” lo que se traduciría como la suma de pequeños
factores y la máxima de que cualquier detalle es importante. Richie
Porte es un claro ejemplo de ello. Realiza natación durante todo el año y
el mismo confiesa que durante el invierno toca lo justo la bicicleta y
se centra en la natación que le permite desconectar y variar de deporte
además de obtener ganancias en su V02 max y en sus niveles
aeróbicos. Por otro lado, otros corredores hacen senderismo durante
buena parte del invierno para empezar a trabajar aeróbicamente y para
desconectar y no saturarse mentalmente de tanta bicicleta.
Así pues como vemos temporada tras
temporada se afianza más la idea de que no se puede estar en forma
durante todo el año y que “para construir, primero hay que destruir”.
Fuente: entrecunetas.com
Fuente: entrecunetas.com